Punto de Fe Número 5: La serpiente antigua


Creemos que Satanás es “La serpiente Antigua”, la cual es llamada Diablo y Satanás. Y que él es el adversario de Dios y de su pueblo (Apocalipsis 20:2; 1a Pedro 5:8; 2a Corintios 11:14; Mateo 13:39; Efesios 6:10-12; Lucas 10:18 ; Juan 8:44; Apocalipsis 12:9, 20:10).

Satanás tiene diferentes nombres revelados en la Biblia, como Diablo, Serpiente antigua, Adversario, León rugiente, Dragón, Engañador, Lucero de la Mañana, etc. Además de conocer sus nombres, es importante conocer también cómo es él.

La Escritura lo menciona como un querubín grande y hermoso. Estuvo en el santo monte de Dios siendo perfecto en todos sus caminos, hasta que se halló en él la maldad y se enalteció su corazón. Dios lo arrojó de ese lugar. Él se hace presente ante las personas para que lo miren, le sigan y se maravillen de sus obras (Ezequiel 28:13-19).

El hombre ha sido una víctima de Satanás desde que el pecado entró en el mundo, hasta el tiempo presente. Influye en las personas para apartarlos de los caminos de Dios.

El corazón del hombre es el lugar en donde se originan los malos pensamientos y las acciones (Mateo 15:19). Satanás se aprovecha de la debilidad humana y logra que el corazón del hombre se transforme en un instrumento de maldad delante de Dios.

Con la finalidad de no caer ante él, debemos conocer mejor la la forma en la que interactúa con nosotros, y no ignorar la influencia que llega a tener en nuestro interior. El no hacerlo nos llevará a nuestra perdición.

De igual forma debemos conocer la forma en la que podemos combatir sus acechanzas. Si meditamos en ello y buscamos fortalecer nuestro interior con los consejos de la Escritura, estaremos mejor preparados para salir avante:“estad firmes contra las acechanzas del Diablo,… tomad toda la armadura de Dios,… ceñidos vuestros lomos de verdad y vestíos de la cota de justicia. Y calzados los pies con el apresto del evangelio de paz,… tomando el escudo de la fe,… el yelmo de salud y la espada del Espíritu,… orando en todo tiempo… y velando en ello…” (Efesios 6:11-17).

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